Después de una semana donde la asistencia de las jugadoras no era muy elevada, nos costó llevar a cabo entrenamientos donde poder mejorar las jugadas y los pases. Por eso nos dedicamos a mejorar la técnica individual.

El partido disputado en el campo rival a las 20:45 de la noche no fue de los mejores que hemos visto a nuestras chicas, por motivos de desconfianza y motivación perdimos el partido antes de acabar la primera parte. De este modo queda demostrado que por mucho que practiques y mejores, de nada sirve si tu mente esta boqueada y no te deja avanzar en un partido.

Empezamos con un desorden en ataque que nos impedía realizar las jugadas ensayadas y una desconfianza a penetrar y crear peligro que les hizo al rival presionar más en defensa y desconcentrarnos.

A pesar de que la defensa es un elemento clave en nuestro equipo, tampoco supimos parar con efectividad el ataque del equipo contrario. Dejando huecos sin cubrir y llegando tarde a las ayudas.

Tras el descanso, el desanimo era total y el miedo nos venció. Sin atrevernos a tirar, a penetrar, a cortar, bloquear… la inactividad nos hizo cada vez más pequeñas, dándoles alas al equipo rival que en nuestra humilde opinión no era tan efectivo como nosotras le hicimos creer.

El último cuarto estuvo más entretenido ya que, a pesar de estar más cansadas, mejoraron en defensa y se atrevieron más que en los anteriores a penetrar y jugar. Finalizado el partido, llega el momento de reflexión: La mente y el cuerpo son uno, si falla uno, falla todo.

Recordar a  mis jugadoras que desde el club se confía en ellas tanto o incluso más que el primer día y que son capaces de hacer partidos realmente buenos y demostrar que son buenas jugadoras. No olvidéis que la base de un buen equipo es la confianza y la disciplina. Vosotras sois las primeras que debéis confiar en vosotras mismas y a partir de ahí el éxito vendrá solo. Animo para el siguiente partido!